Cuando no se tienen bien alineadas las piernas o los talones en las diversas anormalidades de la marcha, el uso de tacones altos o zapatillas, además de lo angosto de la base del calzado, crea una gran inestabilidad a la hora de caminar.
Con el uso contante, se acentúa el defecto y la
incomodidad se vuelve en cansancio y dolor de piernas, independientemente de la
deformación del calzado.
Sugiero entonces, primero, corregir el problema que lo
origina haciendo un diagnóstico certero y modificarlo.
A mayor altura de los
tacones, hay mayor inestabilidad que se traduce gravemente en los ligamentos
del tobillo. Puede producir esguinces en
las pacientes con frecuencia.
La base del calzado
debe de ir en proporción con la amplitud de la planta de los pies para tener
mayor estabilidad y evitar los tacones en punta aguda.
Se pueden hacer
modificaciones internas en forma compensadora que no se notan en las zapatillas
si no se tiene otra opción.
Otro de los problemas
con los zapatos angostos es la compresión de los ortejos en forma de martillo y
condiciona al Hallux Valgus.
Existen también
alteraciones metatarsales que se traducen en fibrósis dolorosas o
metatarsalgias que incomodan el acto de caminar.
Una prevención y
tratamiento oportuno de estas anormalidades ahorra mucho en la economía y salud
de los miembros pélvicos inferiores.